viernes, 21 de marzo de 2014

Un poco de mí...

Creo que es la primera vez que me dirijo a ti, estimado lector, directamente. Por supuesto, mis primeros escritos eran para describirte mis aventuras viajeras, pero luego fueron desembocando en relatos, pensamientos y nubes. Y hoy me he dado cuenta que he sido tan descortés de no presentarme nunca.

Precisamente ahora me encuentro realizando un curso de Docencia de la formación profesional para el empleo (lo que antiguamente era Formador ocupacional o Formador de formadores) y en una dinámica que tuvimos que realizar, la profesora nos pidió escribir diez frases que comenzaran por "Yo soy..." y por supuesto, que fueran verídicas. He decidido compartirlas también contigo:

1. Yo soy la que está en primera fila en los conciertos.

2. Yo soy bastante despistada.

3. Yo soy una persona muy indecisa.

4. Yo soy de las que se manchan en las bodas.

5. Yo soy de las flojitas para el deporte.

6. Yo soy de las que se sientan en un banco a ver pasar a la gente.

7. Yo soy de las que se pierden por las calles para reencontrarse a sí mismas.

8. Yo soy de las que se adelantan a los acontecimientos y luego se preocupan en demasía.

9. Yo soy de las que disimulan las lágrimas en el cine.

10. Yo soy la que un día pasó por una peluquería e hizo feliz a la peluquera pidiéndole que le cortara la coleta.


Por supuesto, yo soy muchísimas cosas más. "Yo soy yo y mi circunstancia" decía Ortega y Gasset, y es cierto que uno puede ser de mil maneras diferentes según lo que le acontezca. Mi circunstancia actual es que no encuentro trabajo. Nadie parece querer darme una oportunidad por no tener experiencia y no estar formadísima sobre marketing, cine, moda, economía... para poder optar a todas esas ofertas de empleo.
El país que diariamente piso se empeña en que lo desprecie. Lo desprecio porque él me desprecia a mí; él está corrompido, está poniendo trampas a la gente pobre, está dificultando el crecimiento de los jóvenes, está cambiando la educación cada cuatro años... Y algunas cosas más que hacen que lo aborrezca y que mi circunstancia actual sea planear locuras en mi cabeza.

Pero... Acabamos de presentarnos, esas locuras ya te las contaré cuando tengamos más confianza. Aunque si has leído otros textos que aquí se publican, seguro que algo me conoces, pues éstos son parte de mí.

Un largo abrazo.

viernes, 10 de enero de 2014

Das miedo

Se frotó las manos antes de desabrocharme el sujetador con una delicadeza extrema.
Se me erizó la piel cuando me tocó el cuello y me ruboricé al pensar que se habría dado cuenta. Siempre me maldigo por estas cosas. Cuando menos lo espero, una amalgama de colores rosados y colorados vienen a mi cara. Yo lo noto y el calor sigue aumentando; a veces me creo un fénix a punto de centellear. Este pájaro mitológico me relaja y hace que mi cara vuelva a tener color de maquillaje.
Y con los escalofríos igual, cuando algo me gusta, aparecen en mis brazos y en mi cuello montañas diminutas de piel que vuelven a sumergirse bajo tierra cuando a ellas les parece oportuno.

Sus manos amasaban mi cuerpo y yo navegaba por el limbo de lo irreal. Para volver a la aquella cálida habitación, aspiraba intentando no producir ese ruido nasal tan desagradable. Su olor a limpio me hacía sonreír imperceptiblemente. Mientras trabajaba, yo me dedicaba a observar de reojo sus pies inquietos y la rotación de sus rodillas. Pero se daba cuenta y me colocaba la cabeza recta hacia abajo queriendo decir "estate quieta".

Una suave palmadita me anunciaba que ya había acabado. El procedimiento siempre era el mismo: entre susurros me preguntaba que qué tal estaba. Yo, que,enturbiada por los aromas del incienso y la magia de las velas, apenas podía hablar, a veces con voz gutural y entrecortada le decía que muy bien. Otras, un suspiro me bastaba para comunicar mi satisfacción.

Cuando me daba la vuelta, ya se había ido. Nunca le veía la cara. Ni siquiera sabía su nombre ni su sexo. Sólo sé que nadie me calma los dolores como ese fisioterapeuta.

miércoles, 8 de enero de 2014

La receta del ajonjolí


Escozor
Piel enrojecida

en la comisura de mis ojos

Lágrimas calientes

abrasadoras

Migajas

Segundos

Silencio

Ya no quiero las migajas de tu tiempo.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Las canciones nos acompañan en la vida

En los buenos y en los malos momentos. Oh sí. Ellas son fieles como perros criados con niños.

Es por eso que me gusta la música. Soy inepta para tocarla pero muy propensa a sentirla y emocionarme con una melodía. Desde pequeña. Antes, con seis o siete años, escuchaba a Los Panchos, Sabina, Bosé, Rosana y Luz Casal. Lo que se escuchaba en casa, o lo que trascendía del transistor del coche al asiento solitario de atrás.

Porque soy una solitaria. A veces me torturo por ello y otras disfruto mucho con esta faceta.

Siempre he pensado que la escritura a secas es mucho más complicada que la escritura musical, porque ahí tienes instrumentos para dinamitar al lector/oyente/espectador/expectante. Hay quien le da más importancia  a la música, otros a la letra... Yo aún no he decidido mi porcentaje preferido, pero supongo que todo en esta vida es variable.

Quería poner aquí y ahora una canción, pero no he sabido cuál. Varias veces he cambiado de vídeo en youtube pensando esta sí, esta no. Son cientos de historias, miles de acordes y millones de sensaciones los que me han acompañado durante años, los que han conformado la banda sonora de mi vida, como para elegir una para este preciso momento. No, mejor que cada uno tire de recuerdos. O de novedades.

martes, 29 de enero de 2013

No es ningún secreto

Tengo un amante.

Sí, me ha costado reconocerlo, pero ahora me siento mejor.

Lo descubrí una mañana soleada en un parque. Fui a dar un paseo y allí lo encontré. Me fascinó desde el primer milisegundo. No pude evitar acercarme poco a poco y decir en voz baja: ¡GUAU!

Era impresionante. Creo que fue amor a primera vista porque yo también le gusté a él. Me encanta su naturaleza, su virilidad, sus músculos marcados, su dureza…

Desde ese día, todas las mañanas nos encontramos bajo la sombra de un sauce. Allí nos escondemos del resto de la gente y dejamos que pase el tiempo.

Él me abraza y yo me dejo querer, me pierdo y me entrego al placentero acto de leer. Allí, al sol, sentada sobre él… ¿puede haber algo más hermoso?





Él y yo - in fraganti